Desde que te fuiste, cada día me siento en el pórtico a contemplar por largas horas las bellas flores amarillas. Ese árbol que se adorna de mimosas delicadas de suave y cálido perfume. Los vecinos al pasar me saludan y miran con compasión, adivino en sus rostros que me “adornan” de sentimientos de pesar y tristeza, seguramente piensan que sufro tu partida. Es natural que suceda así, te esforzaste tanto en fingir ser buena persona que ninguno podría imaginar la clase de farsante y mal parido que eras, esposo infiel, cruel, mentiroso. Soy tu cómplice, lo sé y llevo esa pesada carga a cuestas, por que jamás mancharé la imagen del “buen hombre” que vendiste a todos; solo me alivia saber que alimentas las raíces del árbol de flores amarillas… ahora tu pestilente vileza se ha transformado en perfume, y la fealdad asqueante de tu alma en pimpollos. Para los demás desapareciste en las aguas del río, solo yo se que por fin has renacido.
Ro
Enlace: “Double face”
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