sábado, 7 de enero de 2012

¡Que pase el desgraciado!


Relato en una semana de cama con laringitis -2011-

Por las tardes (creo que a eso de las cuatro), parecía que todo el barrio sintonizaba en la televisión el programa de la Señorita Laura Bozzo; yo un poco somnolienta de vez en vez abría los ojos pretendiendo poner atención a las historias de maltrato, infidelidad, engaño, abandono, adulterio y toda la cauda de tragedias que se desprenden de la ausencia de autorrespeto y una moral convenientemente holgada.
Mentiras y más mentiras descubiertas; nunca he entendido el por qué de esos engaños, me parece que todo es tan simple como decir “he decidido dejar esta relación” y pelillos a la mar. Está claro que el “desgraciado” no quiere responsabilizarse de las consecuencias de sus decisiones, calenturas, o lo que sea que le resulta al parecer tan placentero que se juega entre otras tantas cosas la salud, el matrimonio, la familia, la reputación… y pone de manifiesto la ausencia de gobierno de sus instintos primarios, si, me refiero a la lujuria. Pobres seres dando vueltas en sus miserias, repitiendo una y otra vez la misma historia por generaciones, perpetuándose en descendencia que hereda la ausencia de valores, que viven sus dolorosas historias y aprenden a fingir y pretenden no recordar los abusos sexuales y emocionales a que fueron sometidos y que ahora profieren. Hoy solo les queda su inseguridad que necesita reafirmarse copulando con una, otra y otra sin llegar jamás a sentirse satisfechos, y su autoestima sigue más y más pequeñita. La gota que derrama el vaso es cuando no admiten que algo anda mal, de inmediato -nunca falla- buscan culpar a quien tienen a mano, sin reconocer que cada vez sentencian a una “culpable” diferente.
¿Qué más da? – este sórdido episodio ya lo he visto. Con permiso Señorita Laura, el sueño y el hastío me induce a disparar el ‘off’ del mando a distancia y dormir mi siesta llevándome a mi sueño el eco de su frase: “¡que pase el desgraciado!”.

Ro

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